Previously on…¿Qué leches está pasando?

Tres meses después de ‘buscar embarazo de forma consciente’, me hicieron los análisis de marras y empecé con el Omifin. Desastre. El primer mes, con una dosis moderada de 2,2,1,1,1 mis ovarios se pusieron las pilas y fabricaron 12 folículos. Obviamente, a mi gine le entró el canguelo y abortamos misión Ovitrelle para ovular y tal… no quería salir en las noticias, supuestamente. El siguiente mes descansamos, tras una leve hiperestimulación que me dejó un quistecito. El tercer mes, con 1,1,1,1,1 fue más de lo mismo. Unos 7 folículos, y vuelta a abortar misión. Descanso de nuevo.

Creo que al 5 mes, con 1,1,1 y 3 folículos ya nos liamos la manta a la cabeza, los hicimos salir con el Ovitrelle y tratamos de cazarlos programando relaciones, pero no hubo éxito. Y si hubo quiste reminiscente de nuevo. Desastre. Mi ginecologo me receto anticonceptivos para el quiste y eso me dejó KO. No sólo físicamente. A mi los anticonceptivos siempre me han sentado fatal, me quitan las ganas de vivir, así de claro. Además de hincharme como una bota, el hostiazo anímico-hormonal es brutal. Soy como el Caballero de la triste figura bajo sus efectos.

Cada 15 días me examinaba y me volvía a recetar 15 días más de pastillas… Y entre visita y visita nos hablaba de FIV, de que igual era lo mejor, que después de unos meses sin éxito y aprovechando que tenía una respuesta ovárica estupenda, pues que era ir a lo seguro… a lo seguro… Y yo cada vez me iba poniendo más nerviosa, porque además mi cabeza no entendía el tema de tomar anticonceptivos cuando mi objetivo era quedarme embarazada. ¿Y por qué no me quedaba embarazada? El ginecólogo tampoco se tomó nunca 3 minutos para explicarme el por qué de las pastillas y a los 2 meses dije ‘hasta aquí’. Yo no, lo dijo mi chico, porque yo, lo que te digo, era un despojo humano. Con una sobredosis hormonal en el cuerpo que no se la salta un gitano decidimos que haríamos FIV, que las inseminaciones nos las saltábamos, dadas las probabilidades (un poco más altas que con el Omifin, pero nada para tirar cohetes), y además, cuanto antes… ¿ansia? naaaah!

Casualmente, mi ginecólogo había empezado a trabajar con una clínica nueva (otro concepto, según el, super molona, y además mucho más barata que las convencionales, y bla, bla, bla decía aquel) y nos citó allí, para examinarme y que fueramos conociendo la clínica. Cuando me dijo ’15 días más’ y le comenté que me estaban sentando muy mal, solo alcanzó a decirme condescendientemente ‘bueno, no va a ser para toda la vida’ y yo me puse a llorar de la desesperación en plena consulta de la clínica esta (que de esto ya hablaré en otro momento…telita). Mi chico, que hasta entonces había estado escuchando siempre pacientemente, acompañandome, pero sin meter mucha baza (que me conoce y sabe lo que hace), decidió tomar las riendas y decir ‘más pastillas no, dejaremos que el quiste se vaya solo, si tiene que irse, y empezaremos el tratamiento FIV cuando ella esté bien, en todos los aspectos’. El ginecologo soltó el boli con el que estaba rellenando ya nuestra ficha y con asombro preguntó ‘pero, entonces, ¿cuando quereis empezar?’. La acojonante falta de empatía hacia mi, que todavía estaba que no sabía ni por donde me pegaba el viento entre mocos y lágrimas, ya me nubló por completo y créeme cuando te digo que no recuerdo como acabó aquello, solo quería salir de allí, me faltaba el aire en ese lugar pintado de fucsia.

He pensado muchas veces como es posible que me viniera abajo, tan pronto, y actuase como una cría desorientada. Era septiembre, y no sabría que cojones había pasado en todos aquellos meses, pero no me quedaba otra que huir hacia delante, así que al mes siguiente iría de nuevo, con mejor actitud y decidida a que las cosas fueran bien, con FIV-ICSI o con arsénico, pero rapidito. Y a lo seguro…¡ja!

calvin-and-hobbes

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